Las demás doncellas no son, a su lado, más que luceros.
Su amor ha hecho volar mi corazón de su sitio,
y, después de posarse un instante,
aún anda revoloteando.
***
***
Quisiera rajar mi corazón con un cuchillo,
meterte dentro
y luego volver a cerrar mi pecho,
para que estuvieras en él y no habitaras en otro,
para que estuvieras en él y no habitaras en otro,
hasta el día de la resurrección y del juicio final;
para que moraras en él durante mi vida y, a mi muerte, ocuparas las entretelas
de mi corazón en la tiniebla del sepulcro.
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Carlos