Vladimir Gutierré |
Este viejo boliche estaba ubicado a metros de la Estación Sorrento de la playa Ferroviaria del Belgrano Cargas de la ciudad de Rosario, justamente en Olivé al 2300 de barrio Arroyito Oeste.
Mijail Pietrenko |
Las mesas y sillas eran de madera, ya un tanto las pobres convalecientes por soportar las grandes borracheras de aquellos legendarios parroquianos en sus crudos inviernos.
En un rincón al fondo del Bodegón, en una mesa casi en la penumbra por la falta de luz, yacía nuestro personaje: VLADIMIR GUTIERRÉ. Fue un idealista soñador, muy prudente y por tanto a menudo se lo parecía muy tímido y reservado para los demás.
Compartía su rica vida emocional y sus apasionadas convicciones con tan sólo unas pocas personas. Algunos pudieron confundirse profundamente cuando se lo juzgaba como reservado y frío.
Vladimir tenía una marcada escala interior de valores y unos principios claros y honrados por los que estaba dispuesto a sacrificarse por sus pocos amigos.
Supo ser muy considerado y hasta hizo mucho por ayudarlos y defenderlos. Era una persona preocupada, atenta y generosa con el prójimo. Si su entusiasmo por algo o alguien se veía amenazado, el se convertía en un luchador incansable.
Se decía que había nacido en una ciudad siberiana llamada Balahta de una Provincia de Rusia y que su familia fue muy adinerada. La Guerra lo trajo a la Argentina y jamás se lo escuchó hablar de su familia de allá.
Comenzó a escribir poemas de amor y se los entregaba a los más jóvenes. También solía murmurar muy bajito estrofas de sus canciones con una marcada nostalgia:
“No cantes hermano no cantes, que Moscú está cubierta de nieve
y los lobos aúllan de hambre, no cantes que Olga no vuelve.”
Desde muy corta edad, quizá desde los cinco o seis años, supo que cuando fuese mayor sería escritor. Entre los diecisiete a los veinticuatro años trató de abandonar ese propósito, pero lo hacía dándose cuenta de que con ello traicionaba su verdadera naturaleza y que tarde o temprano habría de ponerse a escribir libros.
“Aunque el sol nuevamente ilumine, aunque sigue cayendo la nieve.
Aunque el sol nuevamente ilumine, aunque sigue cayendo la nieve”.
Escribió su primer poema a la edad de cuatro o cinco años (se lo dictó a la madre). Cuando estalló la guerra de 1939-1945, escribió un poema patriótico que publicó el periódico local de balahta, lo mismo que otro, de dos años después, sobre la muerte de Rasputín y fue por ello que tuvo que escaparse de Rusia.
“Rumbo a Siberia mañana saldrá la caravana,
quien sabe si el sol querrá iluminar nuestra marcha de horror”
Sus temas estarán determinados por la época en que vivió -por lo menos esto es cierto en tiempos tumultuosos y revolucionarios como el de aquella época-, pero antes de empezar a escribir había adquirido una actitud emotiva de la que nunca se libraría por completo.
“Pienso en Moscú, mi Olga tal vez a otro amor se entregó
No cantes hermano, no cantes por Dios”.
Deseo de empujar al mundo en cierta dirección, de alterar la idea que tienen los demás sobre la clase de sociedad que deberían esforzarse en conseguir. Insistió en que ningún libro estaba libre de matiz político. La opinión de que el arte no debe tener nada que ver con la política ya es en sí misma una actitud política, aseveraba.
“Unidos por crueles cadenas, por la estepa mil leguas haremos,
caminando con rumbo a Siberia, no cantes que es ruda la helada.”
En una época pacífica podría haber escrito libros ornamentales o simplemente descriptivos y casi no habría tenido en cuenta lealtades políticas. Pero se ha visto obligado a convertirse en una especie de panfletista.
“Ya Moscú esta cubierto de nieve y la nieve ha llegado a mi alma.
Ya Moscú esta cubierto de nieve y la nieve ha llegado a mi alma”
“Escribo por necesidad espiritual y publico porque considero útil compartir mis sueños con el pueblo en que me tocó nacer y por quien todos los días renazco en la esperanza. Igual con personas de otras latitudes a las que me acerca el canto.”
“Escribo porque estamos hechos de palabras y creo en ellas, si digo abrazos construyo puentes, si digo mar construyo un faro y una orilla para llegar a alguien.”
“Escribo sobre la vida y la muerte, sobre el amor, la amistad, la familia. Escribo unas veces con humor y otras con dolor. La poesía para mí ha sido catarsis, consuelo, explicación última de lo inexplicable e inasible”.
“La poesía ha sido para mí, la puerta de mi propia liberación. Ética y estética han ido de la mano, posiblemente porque los poetas decisivos en mi obra y en mi vida fueron, en ese orden”.
“De ese aparente vacío salen los temas de la poesía, o de la muerte misma, un tema predilecto porque he estado en contacto con ella desde mi infancia. Aun así, considero necesario escribir de aquello que se puede salvar, acerca de la solidaridad humana, y sobre todo, de la belleza encontrada en un gesto, un detalle o en un lirio que brota en medio de un estanque, aunque sólo sea un estanque.”
Es lo último que Vladimir Gutierré escribió. Su vida se apagó una madrugada en aquellos Morales del Ferrocarril, su cuerpo apareció colgado de una soga y de una de sus ramas… los árboles no tienen culpa, diría alguien más adelante.-
“Pienso en Moscú, mi Olga tal vez a otro amor se entregó.
No cantes hermano, no cantes por dios. Mi amor, Olga, mi Olga.”
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Carlos