De amigos a desconocidos

Más que sus “te amo” echo de menos al amigo que era para mí.

Lo conocí a los 13 años porque teníamos amigos en común, nos hicimos muy amigos y siempre nos molestábamos y la pasábamos bien así, hablábamos por el Messenger que en ese entonces aún estaba de moda. Un año después tuve que irme de mi país para poder estar con mis padres, lo curioso fue que la distancia no hizo que nuestra amistad se deshiciera, al contrario hablábamos más seguido cada tarde a pesar de la diferencia horaria. Yo no sabía lo que sentía por él, solo sabía que me encantaba poder contarle mis cosas y viceversa.

Al año siguiente volví de visita a mi país, salimos con amigos y dos semanas después de que hubiera llegado él me confesó que le gustaba y que quería ser mi enamorado. Yo no me lo podía creer, lo único que supe responderle fue que no estaba segura si intentarlo pero como ya lo quería como amigo podía llegar a amarlo y él solo tomó mi respuesta como un sí.

Los meses que pasé junto a él fueron los mejores de mi vida, aprendí a amar gracias a él, nos divertíamos haciéndonos bromas y todo era realmente mágico cuando estaba con él. Tratábamos de dejar de lado la idea de que un mes más tarde yo tendría que volver a viajar y solo nos regalábamos tardes de alegría.

Cuando llegó el día en el que tenía que dejar otra vez mi país los dos estábamos destrozados, no sé si él más que yo o no. Sólo recuerdo que nos despedimos con un gran beso y un “dentro de nueve meses volveré a verte”.

Duramos cómo seis meses en una relación a distancia, un día le dije que no me conectaría durante por lo menos una semana porque tenía que estudiar para unos exámenes y el aparentemente me entendió y me dijo que estaba bien, su última frase fue: “Esta bien. Te amo demasiado. Cuídate”. Al pasar la semana vi que no me había dejado ningún mensaje así que le escribí yo pero no me respondió ninguno de los mensajes que le había dejado.

Después de casi un mes me dijo que ya no me amaba y que lo dejara en paz, que se había dado cuenta de que ya no le gustaba y sin más no me volvió a hablar.

Ha de haber tenido sus razones, sean sinceras o no, pero yo más que sus “te amo” echo de menos al amigo que era para mí, nuestra amistad de casi cuatro años quedó echa añicos de la nada.

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