Cuando ese nombre saltó a la palestra de la literatura universal, viajeros de todo el mundo se interesaron en conocer Colombia.
En el diccionario de la Real Academia Española figura como un árbol semejante a la ceiba, pero en el mundo literario es sinónimo de Caribe, de mariposas amarillas y de realismo mágico. Es Macondo, el pueblo que hoy se quedó sin su “fundador”, Gabriel García Márquez.
Cuando ese nombre sonoro saltó a la palestra de la literatura universal, muchas personas se interesaron en viajar a Colombia para recorrer sus calles polvorientas y beber ron al son de la música vallenata.
Algo imposible, si se tiene en cuenta que Macondo no figura en los mapas, pero al mismo tiempo perfectamente viable, pues Macondo puede ser cualquier pueblo del norte colombiano.
Se cree que Macondo se inspiró en Aracataca, un municipio del departamento de Magdalena donde García Márquez nació en 1927. Allí alimentó su mente infantil con relatos fantásticos que fueron la génesis de muchas vivencias de la familia Buendía en “Cien años de soledad”.
En “Vivir para contarla”, su libro de corte autobiográfico, Gabo recuerda un episodio que vivió cuando su madre lo llevó a Aracataca, tras varios años de ausencia, para vender la casa donde él pasó su infancia.
El joven García Márquez encontró un pueblo solitario y polvoriento que le sirvió para recrear años después a Macondo, la “capital” del realismo mágico de su obra.
El origen del nombre da cabida a varias hipótesis, aunque la más aceptada dice que al escritor le quedó grabada la palabra “Macondo” que leyó en el letrero de una finca bananera que vio durante una travesía en tren.
Un estudioso de la obra de “Gabo”, el escritor colombiano Dasso Saldívar, aporta otras luces. Dice que podría tratarse de la derivación de una antigua palabra del centro de África para referirse al banano.
También se afirma que Macondo es un caserío del municipio de Pivijay, en Magdalena, sin figuración en los mapas, aunque puede ser que el nombre fuese adoptado por los pobladores a raíz del éxito de “Cien años de soledad”. Los cataqueros, gentilicio de los nacidos en Aracataca, llaman macondo a un típico juego de azar parecido al bingo.
Un ex alcalde de Aracataca, Pedro Sánchez, tuvo una idea para que el pueblo, a 90 kilómetros de Santa Marta, la capital de Magdalena, saliera de su atraso mediante el cambio de nombre.
Sánchez propuso que el municipio se llamara Aracataca-Macondo, con el objetivo de ingresar oficialmente al mapa de Colombia y ser fácilmente identificado por turistas que llegarían a esa tierra en busca de los pasos infantiles de García Márquez.
El político impulsó un referéndum, pero la idea fracasó en junio de 2006, cuando la escasa votación no permitió que fuera aprobado.
Curiosamente, uno de los críticos de la iniciativa fue el propio Gabo, quien la calificó de “desatinada”. “Por fortuna, Macondo no es un lugar sino un estado de ánimo que le permite a uno ver lo que quiere ver, y verlo como quiere”, dijo alguna vez.
Casi un año después de fracasar el proyecto del alcalde, el escritor retornó a su pueblo natal en un tren que partió de Santa Marta pintado de amarillo y con mariposas del mismo color, para recrear el ambiente de “Cien años de soledad”.
Aunque la idea del político no prosperó, el turismo ha crecido en Aracataca por la apertura en 2010 de la Casa-Museo García Márquez.
La casa donde creció el escritor fue demolida hace cuatro décadas, pero se reconstruyó con aportes del gobierno como una réplica de la residencia de los García Márquez. Para ello fue fundamental la descripción del escritor y de otros miembros de la familia.
Tras un viaje de cerca de cinco horas en tren desde Santa Marta, los visitantes pueden recorrer los pasillos de la “casa lunática”, como el propio “Gabo” la llama en “Vivir para contarla”, así como otros sitios de Aracataca relacionados con su familia, como el lugar donde trabajaba su padre, Gabriel Eligio García, el telegrafista del pueblo. También se puede ir al Hospital Luisa Santiaga Márquez Iguarán, llamado así en homenaje a la madre del escritor.
Además de “Cien años de soledad”, las referencias a Macondo están en otras obras de García Márquez como “Los funerales de la Mamá Grande”, “La mala hora”, “El coronel no tiene quien le escriba” y “La Hojarasca”. (DPA)
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